“Hay una cosa que no se hizo y que se debería hacer. No hay presencia del Estado”. Así definió el monseñor de la diócesis de Concepción José María Rossi a la deuda de la Provincia con el pueblo de La Madrid, a más de 10 meses de las inundaciones que dejaron un panorama desolador a los madrileños. El sacerdote pudo acceder al informe técnico sobre el aluvión de abril del año pasado y reflexionó al respecto.
Para el clérigo no caben dudas de que los tres poderes del Estado han fallado. Las lluvias inusuales son moneda corriente en el sur tucumano. Según explicó Rossi: se dan periódicamente y provocan el aumento del caudal de todos los ríos. El deber del Estado es prever y prevenir, dilucidó.
Varias causas explican este fenómeno natural. Dos, las más importantes. Por un lado, el desmonte, la falta de vegetación y la tala de bosques en el oeste de la provincia que “se hace siempre por un interés económico”. ¿De qué manera estos tres factores se vinculan con las inundaciones? Si hay bosque, el agua se queda en el cerro y la que desciende lo hace lentamente; si no hay bosque, el agua no se queda en los cerros: el agua baja rápido y trae todo lo que puede como piedras y arena. “El agua baja como quiere del cerro, sin freno y los ríos están con los caudales tapados de arena”, explicó el monseñor.
Por otra parte, aclaró que la mayor cantidad de agua no provino del río Marapa, más bien del río San Francisco, cuyo caudal es “habitualmente un hilito de agua”. “El año pasado vino con mucha agua pero no el doble o el triple, sino 100, 200, 500 veces más de agua toda junta por diversas causas que algunas nos tocan a nosotros y otras no”. Una de las razones es la construcción de un canal artificial que arrastró toda el agua del río San Francisco al río Marapa, aguas arriba de La Madrid. “Toda esa agua que llevó un caudal de agua inusual en este río pequeño fue la que engrosó tanto al río Marapa y tapó La Madrid de punta a punta, no quedó casa sin agua. Creo que el único edificio que no tuvo agua fue el hospital me parece que está en lugar alto”, describió Rossi.
Y agregó: “ahí intervino la mano del hombre. Pudieron haberse evitado el desmonte y el desvío del río San Francisco”.
“¿Hay responsables?”, le preguntó María Brígida Ortiz en una entrevista en el obispado. “Si uno va al cerro y tala el bosque es responsable de lo que pase después, sea que le hayan dado autorización oficial o sea que no se la hayan dado”, respondió el sacerdote.
La ambición no jugó una buena pasada, a criterio del monseñor Rossi. Los intereses económicos, tampoco. “La ambición tiene un límite que es el bienestar de los demás. En este caso, el bienestar, más bien el malestar de los madrileños y habitantes de otras poblaciones sobre el río Marapa. Ese fue el costo humano y material de esa ambición desmedida: la tala y construir un canal indebidamente”, reprochó.
Debido a que el Estado erró en La Madrid, el sacerdote plantea que el Poder Ejecutivo debe investigar si hubo mala praxis por parte de funcionarios estatales; la Legislatura debe sancionar correctamente; y la Justicia, “señalar, juzgar, castigar y hacer pagar” a los responsables de que el pueblo haya quedado bajo el agua.
“Si no se hace esto, los madrileños y todos los demás perjudicados por las inundaciones quedan a merced de las próximas lluvias, indefensos. Cuando el Estado es quien tiene que defenderlos, protegerlos por medio de estas acciones concretas”, añadió.
Hace falta una reparación desde el Estado, aseguró Rossi. No sólo en la localidad sureña, agregó; “las inundaciones en Tucumán se dan en muchos lugares, casi en todas partes. Un año en uno, otro año en otro”.
“Curiosamente las causas que el informe técnico determina de la inundación de La Madrid del año pasado son las mismas, exactamente las mismas que nosotros venimos escuchando de los inundados, no de las ONGs ambientalistas sino de la gente que le entró agua a la casa”, cerró.